El ayuntamiento de Molina de Segura ha dado a conocer la relación de participantes en la 9ª edición del Premio Setenil de libros de cuentos, publicados durante el pasado año. Como lleva ocurriendo en las dos últimas ediciones, la participación sigue bajando. ¿Es preocupante? Quizá, no lo sé.
Este año preside el jurado la escritora Cristina Fernández Cubas, (por cierto, ganadora del premio en la edición de 2006), a quien acompañan el crítico y catedrático Jose María Pozuelo Yvancos, colaborador de ABC; y el escritor y articulista de El Mundo, Antonio Lucas. Evaluar los 58 títulos que concurren este año es tarea difícil, y más teniendo en cuenta los nombres de algunos de los autores que se presentan, como Jose María Merino, Andrés Neuman o Antonio Parra Sanz, que ya formaron parte del jurado en ediciones anteriores. Nombres a los que hay que añadir un ramillete de escritores que ya han sido finalistas del premio otros años, como Fernando Aramburu, Fernando Palazuelos, Clara Obligado, Marino González Montero, Juan Carlos Márquez, Fernando Molero Campos… Y otros más, de indudable calidad: Pilar Galán, Eduardo Halfón (con un libro que ya presentó el año pasado), Marcos Giralt, Pedro Ugarte, Cristina Peri Rossi… En fin, no quisiera estar en la piel del jurado, que no tendrá fácil evitar los comentarios que los más quisquillosos (¡siempre los hay; todos los años, lo mismo!) van a lanzar poniendo en duda la limpieza del certamen. Ya se sabe: amiguismos, rencillas, envidias, favores, ajustes de cuentas con editoriales, menosprecio a un jurado por pura cuestión ideológica (sí, sí, a estas alturas, no se rían)... Desde luego, hace falta ser un ingenuo para pensar que el premio es limpio como una patena. Ninguna actividad humana que implique elección y descarte, lo es. Somos humanos. Pero al mismo tiempo, hay que tener muy mala intención para quejarse sólo de este certamen y no del resto. Quejarse sobre la presencia o no de determinado autor entre los finalistas es un esfuerzo inútil, salvo que seamos amigo o enemigo suyo, queramos sentar cátedra, o nos creamos los inventores del cuento (y de eso, creedme, hay muchos). Produce sonrojo recordar que la elección en última instancia es personal y que ésta corresponde sólo al jurado, que para eso está. ¿O es que también vamos a juzgar sin base alguna las intenciones de las personas? ¿Con qué criterio y por qué? Pero además, el hecho de que cada año el jurado nunca sea el mismo, creo que habla en favor de la limpieza del certamen... En fin, dejémoslo ya.
El ganador de los 10.000 euros del premio se desvelará en noviembre. Pero antes, entre septiembre y octubre, se dará a conocer la relación de los 10 finalistas. Estaremos al tanto. Ahora toca leer y esperar. Suerte a todos.
Esta es la lista de todos los participantes por orden de llegada:
1.- “Sueños, espejismos y otros laberintos”, de Jesús Morata (Círculo rojo); 2.- “Los caníbales”, de Iván Humanes (Libros del innombrable); 3.- “Los meses cuentan”, de Maribel Romero Soler (Visión libros); 4.- “Calle Aristóteles”, de Jesús Ortega (Cuadernos del vigía); 5.- “El monstruo en mí”, de Jose Ignacio Becerril Polo (Saco de Huesos); 6.- “Carne de mi carne”, de Jose María Tamparillas (Saco de Huesos); 7.- “Palabras menores”, de Juan Ramón Santos (De la luna libros); 8.- “Animales y carreteras”, de Arturo Enríquez (De la luna libros); 9.- “Paraíso posible”, de Pilar Galán (De la luna libros); 10.- “Sed”, de Marino González Montero (De la luna libros); 11.- “Lisboa”, de Javier Morales Ortiz (Editora Regional Extremadura); 12.- “La soledad del azar”, de Juan Cobos Wilkins (Almuzara); 13.- “Cuentismos y espejos”, de Jose Miguel Desuárez (e.d.a. Libros); 14.- “Fricciones”, de Pablo Martín Sánchez (e.d.a. Libros); 15.- “Gente que nunca existió”, de Miguel Sanfeliu (e.d.a. Libros); 16.- “Polos opuestos”, de Antonio Parra Sanz (Ediciones Atlantis); 17.- “El viajero inmóvil”, de Ramón Rodríguez Pérez (Paso de Cebra); 18.- “Discordancias”, de Elena Casero (Talentura); 19.- “Lo que tarda un caramelo”, de Clara Redondo (Talentura); 20.- “Los otros mundos”, de Rosana Alonso (Talentura); 21.- “La suave piel de la anaconda”, de Raúl Ariza (Talentura); 22.- “El enmendador de corazones”, de Ricardo Reques (Alhulia); 23.- “Los que miran el frío”, de Francisco Onieva (Espuela de Plata); 24.- “Limones dulces”, de Marian Torrejón (Libros Certeza); 25.- “El susurro de los arbustos”, de César Romero (Paréntesis); 26.- “Los pequeños placeres”, de Miguel Sanfeliu (Paréntesis); 27.- “El vigilante del fiordo”, de Fernando Aramburu (Tusquets); 28.- “Conversación”, de Gonzalo Hidalgo Bayal (Tusquets); 29.- “Hacerse el muerto”, de Andrés Neuman (Páginas de Espuma); 30.- “El final del amor”, de Marcos Giralt Torrente (Páginas de Espuma); 31.- “Los ensimismados”, de Paul Viejo (Páginas de Espuma); 32.- “El mundo de los cabezas vacías”, de Pedro Ugarte (Páginas de Espuma); 33.- “El fin de la raza blanca”, de Eugenia Rico (Páginas de Espuma); 34.- “Casi tan salvaje”, de Isabel González (Páginas de Espuma); 35.- “El libro de los viajes equivocados”, de Clara Obligado (Páginas de Espuma); 36.- “Trastornos literarios”, de Flavia Company (Páginas de Espuma); 37.- “La suma y la resta”, de Irene Jiménez (Páginas de Espuma); 38.- “Segunda residencia”, de Margarita Leoz (Tropo Editores); 39.- “El desierto avanza”, de Ubaldo Rodríguez (Alfar); 40.- “El libro de las horas contadas”, de Jose María Merino (Alfaguara); 41.- “La sombra de las horas”, de Luis Miguel Morales Peinado (Círculo Rojo); 42.- “Vareando nubes”, de Jose Antonio López Rastoll (Atlantis); 43.- “Crónicas de lo imposible”, de Lur Sotuela (La Barraka); 44.- “Geometría del azar”, de Fernando Palazuelos (Baile del sol); 45.- “Cuentos del desamparo”, de Tomás Val (Menoscuarto); 46.- “Esquina inferior del cuadro”, de Miguel A. Zapata (Menoscuarto); 47.- “El reino de la nada”, de Emilio Gavilanes (Menoscuarto); 48.- “Manual para cayotes”, de David Ruiz (Menoscuarto); 49.- “Habitaciones privadas”, de Cristina Peri Rossi (Menoscuarto); 50.- “Pareja de hecho”, de José Carrasco Llácer (La Fábrica de Libros); 51.- “Elocuencia de un tartamudo”, de Eduardo Halfón (Pre-Textos); 52.- “Mañana nunca lo hablamos” de Eduardo Halfón (Pre-Textos); 53.- “Historias de un dios menguante”, de José Mateos (Pre-Textos); 54.- “Viajes”, de Juan Ignacio Ferreras (La Biblioteca del laberinto); 55.- “En el baño”, de Fernando Molero Campos (Alhulia); 56.- “Escritores”, de Salvador Gutiérrez Solís (El Olivo Azul); 57.- “Tangram”, de Juan Carlos Márquez (Salto de Página); 58.- “Ensimismada correspondencia”, de Pablo Gutiérrez (Lengua de Trapo).
lunes, 16 de julio de 2012
martes, 10 de julio de 2012
Rostro de alquiler
Cuando a las siete de la tarde aparecen las primeras ronchitas alrededor de la boca voy preparando la loción. Con movimientos circulares masajeo con ella la cara, después de que las ronchitas se hayan convertido en pústulas que supuran un humor como de melaza espesa. La mezcla de la leche con mi fluido corporal genera un emplasto que al cabo de las tres horas ha secado la piel y ha resquebrajado en miles de fragmentos el mosaico de mi rostro apergaminado.
Entonces llega el momento de meterme en la cama boca arriba. Esta postura es necesaria para que una nevada de escamas esparza mi cara por las sábanas y los globos oculares no se salgan de sus órbitas, calavera abajo, al no encontrar en las persianas de mis párpados la barrera natural de sujeción.
Cuando seis horas después de dormir en forzada vigilia suena el despertador, me levanto de la cama y me dirijo al baño con la torpeza de quien se la liga en la gallinita ciega. Y allí, frente al espejo, moldeo mi nueva identidad con un mejunje de agua, látex y colágeno, que dos días antes he amasado y dejado macerar.
Después de siete años haciendo lo mismo cada día, uno empieza a cansarse y se pregunta si tanto sacrificio compensa el par de horas de focos, piropos y sesiones fotográficas, con que me premian por mi trabajo de rostro de alquiler.
martes, 12 de junio de 2012
El retrato
Iain Pears es un escritor inglés, autor entre otras obras de siete novelas policíacas. Su formación como Doctor en Filosofía e Historia del Arte le ha facilitado además dar a esta novela, “El retrato”, una dimensión intelectual que eleva el nivel medio que suelen ofrecer las novelas de género negro. Suspense y cultura van de la mano en esta novela escrita en forma de monólogo.
La acción transcurre en los años 30 del siglo XX en una pequeña isla del norte de Francia. El protagonista es Henry, un pintor escocés en el ocaso de su carrera, que lleva viviendo autoexiliado en esa isla muchos años. Un día recibe la visita de un famoso y respetado crítico de arte para que le haga un retrato. Ambos habían formado parte de la misma generación artística de jóvenes pintores, asentada en el Londres de finales del siglo XIX. Habían compartido gustos, amigos e inquietudes artísticas e intelectuales, pero el paso de la juventud a la madurez fue poniendo a cada uno en su lugar. Siguiendo la estela de los grandes maestros de la pintura, como Velázquez, Henry aprovecha la oportunidad de plasmar en el retrato no sólo la imagen sino también la personalidad del crítico, plagada de matices, de aristas y de sombras que sólo quienes le han conocido en la intimidad pueden sacar a la luz.
La novela comienza con el retratado sentado frente al pintor, que aún tiene el lienzo en blanco. En una larguísima interpelación sin respuesta, que se extiende a lo largo de más de 200 páginas, el protagonista nos va desvelando la historia de ese grupo artístico, las relaciones que se establecen entre los pintores, las modelos, los galeristas y la crítica especializada. Esa lucha por hacerse un hueco en el mundo artístico dejará un rastro doloroso en el grupo, que acaba disolviéndose por pequeñas rencillas que van enquistándose y algún episodio traumático que marcará el futuro de los protagonistas, no sólo en el plano artístico sino también en el personal.
El tono empleado por Iain Pears se ajusta como un guante a su propósito de reflejar la pérdida de la inocencia artística. La pureza de esa mirada primigenia del pintor en su juventud debe enfrentarse a un mundo cuyas reglas están marcadas de antemano. La búsqueda del éxito y la aceptación de cánones establecidos suponen en ocasiones la renuncia a los principios. Como consecuencia, la honestidad del artista, el compromiso con su propia escala de valores condenan al pintor, la mayoría de las veces, a los anaqueles del olvido. Ese reto del artista por buscar el equilibrio perfecto, una lucha que nunca deja de ser angustiosa, lo ha sabido transmitir muy bien el autor.
Su formación en Historia del Arte le ha permitido a Iain Pears hacer exhibición de sus conocimientos en el mundo de la pintura de principios del siglo XX. Y lo hace en pequeñas dosis, de forma justificada y sin apabullar, lo que es de agradecer. Sin interrumpir la trama principal, nos conduce por las distintas corrientes pictóricas. Nos habla de Gauguin, Monet, Picasso, de la evolución desde el movimiento prerrafaelista, pasando por el impresionismo hasta llegar a los postulados más conceptuales de los movimientos de vanguardia. Todo ello lo pone al servicio de la historia que nos propone, la del enfrentamiento del pintor y el crítico durante años, un ajuste de cuentas que al modo de “Cinco horas con Mario” va sacando a la luz página a página. Pero a diferencia de la novela de Delibes, en “El retrato” hay una última oportunidad de corregir en vida los errores o, al menos, de compensar los agravios sufridos.
Y como autor de novela negra que es, Iain Pears va acumulando la tensión hasta llegar a un final que, aunque puede resultar previsible, no desmerece en absoluto del buen nivel que alcanza esta novela.
viernes, 1 de junio de 2012
Debates de altura
Atención, acabamos de recibir en nuestra redacción esta "blog-pifia" de última hora:
Sergio Ramos ha hecho un hueco en la concentración de la selección española y ha presentado su quinto libro de ensayos. El libro, que lleva por título, “Cosmogonía, análisis y contradicciones en la teoría de la evolución de las especies”, ha suscitado un vivo interés entre los miembros de la comunidad científica, pues como ha declarado Leo Messi: “este estudio va mucho más allá de un simple tratado y abre un nuevo capítulo en la historia de la filosofía.” Estas declaraciones, realizadas en el marco de las conferencias de verano que organiza la universidad de UCLA, han enconado los debates en el mundo intelectual. A este respecto, Belén Esteban se ha mostrado vehemente al afirmar que ni Jung, ni Glucksmann, ni Heidegger han sido capaces de llegar tan lejos.
También en su cuenta de Twitter, Justin Bieber ha abogado por cuestionar el principio de incertidumbre de Heisenberg: “Si yo ya lo vengo barruntando desde hace tiempo. La sociedad del siglo XXI está asentada sobre pilares de barro. Ramos ha puesto el dedo en…”, le dio tiempo a escribir antes de consumir sus 140 caracteres.
Ya en un tono más informal y con la frivolidad que le caracteriza, el humorista Stephen Hawking ha comentado tras repasar el libro: “Ozú, qué letra tan menúa”, dijo con voz metálica.
Si es que… se veía venir.
Sergio Ramos ha hecho un hueco en la concentración de la selección española y ha presentado su quinto libro de ensayos. El libro, que lleva por título, “Cosmogonía, análisis y contradicciones en la teoría de la evolución de las especies”, ha suscitado un vivo interés entre los miembros de la comunidad científica, pues como ha declarado Leo Messi: “este estudio va mucho más allá de un simple tratado y abre un nuevo capítulo en la historia de la filosofía.” Estas declaraciones, realizadas en el marco de las conferencias de verano que organiza la universidad de UCLA, han enconado los debates en el mundo intelectual. A este respecto, Belén Esteban se ha mostrado vehemente al afirmar que ni Jung, ni Glucksmann, ni Heidegger han sido capaces de llegar tan lejos.
También en su cuenta de Twitter, Justin Bieber ha abogado por cuestionar el principio de incertidumbre de Heisenberg: “Si yo ya lo vengo barruntando desde hace tiempo. La sociedad del siglo XXI está asentada sobre pilares de barro. Ramos ha puesto el dedo en…”, le dio tiempo a escribir antes de consumir sus 140 caracteres.
Ya en un tono más informal y con la frivolidad que le caracteriza, el humorista Stephen Hawking ha comentado tras repasar el libro: “Ozú, qué letra tan menúa”, dijo con voz metálica.
Si es que… se veía venir.
miércoles, 16 de mayo de 2012
Billie Davis
jueves, 3 de mayo de 2012
Arquímedes y su verdadero punto de apoyo
El soldado subió entonces al promontorio desde el que se divisaba todo el golfo de Mesina. El día era tan claro que más al fondo podía adivinarse incluso la región del Tirreno. Pero aquel no era el momento de contemplar la inmensidad de aquel mar que unía y separaba a la vez tantos pueblos asentados a sus orillas desde el origen de los tiempos. Si no se daba prisa, el viento que sentía en su cara desde el este, acabaría lanzando las naves enemigas a la fortificación antes de mediodía.
A pesar de su empeño, el soldado no dio con el modo de orientar ese extraño ingenio, y tras varios segundos tuvo que desistir.
- Baja de ahí, anda.- Se desesperó el anciano.- … Al final tengo yo que hacerlo todo.
Y subió con una agilidad impropia de sus 73 años. No le costó trabajo al anciano, que había diseñado y construido el juego de espejos, orientar la luz del sol hacia el velamen de las naves romanas. El bruñido de la superficie cóncava de los espejos les cegaría y además potenciaría el calor en la cubierta hasta hacerlo insoportable.
Cuenta la historia que el experimento funcionó y las naves romanas cayeron derrotadas ardiendo como antorchas. Así que los romanos tuvieron que redoblar el asedio, que continuó otros dos años más, (hasta el 212 A.C.) para que ese pueblo indomable, descendiente de los griegos asentados en Sicilia y ahora aliados de Cartago, hincaran la rodilla decantando irremisiblemente la balanza de la segunda guerra púnica.

No sabemos lo que el destino habría deparado a ese anciano al que llamaban Arquímedes, de haber sido Cartago la civilización victoriosa en aquella contienda. Probablemente a estas alturas del siglo XXI aún sería reconocido como uno de los tres grandes personajes de todos los tiempos, pero eso nunca lo sabremos. Lo que sí conocemos hoy es que todos sus trabajos y descubrimientos en el campo de las matemáticas y la física buscaban una aplicación práctica para la vida cotidiana, algo muy poco común en aquella época. Estableció el principio de flotación y dio un valor exacto al número Pi. Y sobre todo, demostró que no era necesaria la fuerza bruta de cien elefantes para levantar en vilo grandes pesos.
- No es posible eso que pretendes. Necesitaríamos la manada entera de Aníbal.- Se burlaron de Arquímedes los más escépticos.
- No seáis necios. Tú dame un punto de apoyo, y yo moveré el mundo.- Y con esa frase se le recuerda aún.
Pero no era el mundo lo que él quería levantar, sino gigantescos barcos aplicando su teoría de las palancas. Sus coetáneos no podían creer que ello fuese posible sólo con una viga de madera, unas cuerdas y apenas un puñado de hombres.
Pero lo vieron hacer y lo creyeron.
Sin embargo, para ser justos con el reconocimiento general del que hoy goza Arquímedes, deberíamos hacerlo extensivo también a Regiomontano, un astrónomo alemán del siglo XV. Cuando el imperio otomano derrotó a Bizancio y tomó Constantinopla en 1453, varios sabios griegos huyeron a occidente llevándose consigo las únicas copias de algunos tesoros de la ciencia antigua, incluidos los trabajos de Arquímedes.
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De científicos y otros inventos
miércoles, 4 de abril de 2012
Juez y parte
El juez escuchó el alegato final de la defensa, mientras repasaba los argumentos de la acusación. El abogado defensor se había empleado con rigor y profesionalidad, pero no había nada que hacer. Las pruebas eran tan contundentes que no había resquicio para dudas o interpretaciones. Conforme a la ley, debía dictar sentencia de muerte.
Así que cuando ordenó levantar la sesión con su golpe de maza, supo que ya no volvería a ver a su propio hijo con vida.
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