miércoles, 4 de abril de 2012

Juez y parte


El juez escuchó el alegato final de la defensa, mientras repasaba los argumentos de la acusación. El abogado defensor se había empleado con rigor y profesionalidad, pero no había nada que hacer. Las pruebas eran tan contundentes que no había resquicio para dudas o interpretaciones. Conforme a la ley, debía dictar sentencia de muerte.

Así que cuando ordenó levantar la sesión con su golpe de maza, supo que ya no volvería a ver a su propio hijo con vida.

3 comentarios:

  1. Gran (por íntimo y delicado) giro final, ¡bravo!

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  2. Yo creo que el dilema queda bien dibujado, sí. Sobre todo porque lleva a otra pregunta: ¿es desalmado ese padre...?

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