Todo hubiese sido distinto si los focenses hubieseis aceptado el ofrecimiento de Argantonio. Recuerdo aquel día como si fuese ayer. Era la vigésima legación comercial que Focea enviaba en busca de estaño. Y a todos nos embargó la preocupación después de escuchar las malas noticias que traían sus emisarios: decían que los persas, en su afán expansivo, amenazaban con engullir Focea, como ya habían hecho con otras ciudades griegas de Anatolia. Todos sabíamos que no habría otra solución que el exilio, salvo la aniquilación de nuestro pueblo en caso de acudir a la guerra. Entonces emergió la figura de Argantonio, tan generosa como longeva, inteligente y acreedor del respeto de sus enemigos.
Sabed que llegó a ofrecer las tierras de su imperio para que pudieseis estableceros sin condición alguna, en un gesto que jamás olvidaré. No niego que en el ofrecimiento existiesen otros cálculos políticos, con el fin de minar el terreno a sus posibles sucesores, más proclives a establecer alianzas con los cartagineses. Pero es así como ha logrado ejercer su reinado durante más de cincuenta años, y así le ha ido bien. Tampoco sé si este detalle que acabo de escribir de mi puño y letra es de vuestro entero conocimiento. El hecho es que vuestros emisarios rechazaron la oferta de Argantonio y se volvieron a Focea con las bodegas de las naves cargadas de talentos, dinero que Argantonio había regalado como compensación, para fortalecer las defensas de la ciudad ante el ataque inminente de los persas.
Con mis fuerzas al límite, mi ropa hecha jirones y una barba de náufrago, llegué al fin a las puertas de Focea, una ciudad que imaginaba idílica, dinámica y cosmopolita, capaz de acoger al hijo pródigo que regresa con una fe ciega en sus orígenes, que no renuncia a ellos a pesar de una vida pasada de opulencia tartésica. Pero lo que encontré al otro lado de los riscos que delimitan la bahía de Focea fue un panorama de desolación y muerte. Apenas una docena de casas se sostenía en pie en medio de las ruinas y las cenizas en que los persas habían convertido mi patria.
.............(Continuará)............
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