Desde que hace un par de años en este desván de la Casa Usher saludé con entusiasmo el descubrimiento de Carlos del Pozo, he tenido la esperanza de verlo publicar las novelas que sé que es capaz de escribir. Constatar que una editorial como Autores Premiados haya apostado también por él me hace esbozar esa sonrisa orgullosa que viene a decir: “¿lo ves?, tenía razón”. Se diría que me siento como una especie de Roberto Segura, el protagonista de “Montevideo no se acaba”, novela premiada en los certámenes Ategua y Carta Puebla, y que incomprensiblemente aún seguía inédita. No debería extrañarnos, sin embargo, si analizamos el panorama literario en España, donde parece que escribir historias basadas en el deporte es una ocupación menor y despreciable, y sólo circunscrito al periodismo deportivo. Es una pena porque la literatura tiene entre otros muchos objetivos reflejar de algún modo la vida del mundo que nos rodea. ¿Cómo es posible que siendo así no se haya reconocido aún la novela deportiva como un género en sí mismo, como lo pueden ser la novela policiaca, de terror, fantástica, romántica o histórica? Supongo que será cuestión de tiempo porque el deporte en realidad es una manifestación humana muy reciente en la historia. Tal como yo lo veo, el deporte casa perfectamente con la literatura. Ejemplos hay varios, como “El gran silencio”, de David Torres (boxeo); “El Alpe d’Huez”, de Javier García Sánchez (ciclismo); “Fiebre en las gradas”, de Nick Hornby (fútbol); o “El factor humano”, de John Carlin (rugby).
Sé que Carlos del
Pozo también lo ve así porque con esta son ya tres las novelas suyas que he
leído, que
tienen el fútbol como telón de fondo (La mejor, atención editores, aún sigue durmiendo en un cajón). Insistir de esa manera me hace pensar que
en un futuro el reconocimiento de la novela deportiva como género quizá no esté
tan lejos. Sólo necesita de escritores (y editores) buenos… y valientes, en el sentido de que sean capaces
de ir contracorriente, de no sucumbir a lo fácil.
Y de fútbol es la novela que presentamos hoy: “Montevideo no se acaba”. Pero no sólo
de fútbol, como es marca de la casa en las novelas de Carlos del Pozo, como señalaremos. En ésta cuenta la historia del
Chaveta Barrenechea, un niño de trece años, criado en los arrabales de
Montevideo que ha sido bendecido por la varita mágica de los genios del fútbol
y cuyos informes ya han circulado por las agencias de contratación de media
Europa.
Un buen día, en la vida del Chaveta se cruza Roberto Segura,
un abogado de Zaragoza metido a cazatalentos del fútbol. Se dedica a buscar
jugadores muy jóvenes de América y África, casi niños, a los que los sueños del
fútbol, la fama y el dinero les ha embarcado en una lucha por hacerlos realidad, y de paso,
arreglar la vida de sus familias.
Y para completar el círculo, la historia también nos habla de
Marieta Camuñas, periodista española de un canal de televisión, que ve en su
nueva etapa como corresponsal en el cono sur una buena oportunidad para
ascender. Pero no es agradable el primer encargo que le hacen: elaborar un
informe sobre la decadencia del fútbol uruguayo. Y no lo es, no sólo porque
odia el fútbol, sino porque en sus fracasos sentimentales el fútbol siempre ha
jugado un papel determinante.
Las vidas de estos tres personajes confluyen en Montevideo,
marco sugerente, acogedor y entrañable, para desarrollar las tramas de la
novela en varias vertientes paralelas. Por un lado la referida a lo
estrictamente deportivo: si hay fichaje o no, las negociaciones y los
procedimientos burocráticos, las expectativas de negocio, algo de la historia
del Real Zaragoza, el estado de las canteras de fútbol en Sudamérica… Y por
otro lado, la historia humana que hay detrás de cada uno de estos personajes,
en el fondo carentes de comprensión, del calor de una conversación y la
amistad. Las relaciones que se establecen entre ellos determinarán el lugar que
ocupan los sentimientos y los deseos frente al éxito ligado a lo material. Y como
todo en la vida, al final los personajes se verán en la disyuntiva de elegir.
Para los que no les gusta el deporte, “Montevideo no se acaba” es una novela que en realidad habla de amor
y amistad, de la pérdida y del dolor del exilio. Trata de temas de actualidad,
como la contratación de niños por grandes clubes europeos, del éxito y el
fracaso, de sueños por cumplir, y todo ello con canciones de Serrat sonando al
fondo y un mate sobre la mesa (aunque el protagonista sea reticente a probarlo).
Una novela limpia y muy bien escrita, y aderezado con un fino sentido del humor,
que es otro sello característico de la prosa de Carlos del Pozo.
No pierdan la ocasión de leer esta gran historia. Les
llegará al corazón.
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