miércoles, 8 de septiembre de 2010

Yo veo tu aura


Es verdad que los viajes enriquecen mucho. Al menos en mi caso uno de ellos ha servido para traerles hoy una historia que, de entrada, no me hubiese creído si a mí me la llegan a contar. Pero es que yo mismo fui testigo de ella. Verán, el pasado año, de viaje por los Estados Unidos, nos pasamos por Silverpain, una población del estado de California. Para quien no lo sepa está enclavada en pleno desierto de Mojave, a medio camino entre Las Vegas y San Diego, y tan bien comunicada que parece una encrucijada de caminos selenitas. Es claro que la ciudad vive de la gente de paso, no en vano todas las infraestructuras de Silverpain están pensadas para ellos: restaurantes, talleres para coches, gasolineras, pequeñas tiendas de ultramarinos, y un motel para camioneros… Y nada más, porque el desierto ha configurado esa ciudad para que nadie se quede allí por gusto. Ni siquiera el 10% de quienes atienden los establecimientos vive en Silverpain.
Pero hay una familia de indios mojave que sí vive allí. La forman doce miembros y regentan una tienda de artesanía desde que decidieran abandonar la reserva india que el estado de Arizona había dispuesto para ellos. Después de repostar en una de las cinco gasolineras de la ciudad, decidimos comprar algunos regalos en la tienda de aquella familia india. Me pareció bastante pintoresca porque un chamán con aspecto de momia, (debía ser el bisabuelo), estaba sentado a la puerta como en estado de trance y ni siquiera parecía prestar atención a los clientes. Pero allí estaba él, a pleno sol, como un suvenir más, ataviado al modo mojave para reclamo de los turistas.
Todos los comercios de Silverpain tienen cámaras de seguridad, alarmas o escaparates blindados porque el índice de delitos por habitante es el mayor del estado. Pero esta pequeña tienda es la única de la ciudad que nunca ha sido asaltada. Y ello, pese a no disponer de ningún medio de protección. Curioso, ¿verdad? Nosotros desconocíamos estos detalles el día que entramos a comprar los regalos. Sólo sé que estando dentro sonó de pronto una campanita que agitaba el chamán desde la puerta. Tras el aviso, cinco de sus nietos irrumpieron desde la trastienda, (escopeta en ristre), en dirección a la salida. Una vez allí, apenas dieron respiro a los tres delincuentes que en ese momento se disponían a entrar. Y como alma que llevase el diablo, los tres asaltantes huyeron por la carretera interestatal en el coche que habían robado la noche anterior en Phoenix. El aspecto y la determinación de los cinco nietos del chamán les convencieron de que la huída era su única salida.
La policía nos lo explicó a los turistas cuando prestábamos declaración como testigos. Aún no sabíamos cómo los indios pudieron anticiparse al robo:
-Los chamanes son capaces de ver el aura de las personas.- Nos dijo la policía con la indiferencia de quien acepta lo sobrenatural como algo cotidiano.
Todavía hoy me acuerdo de los mojave de Silverpain cuando le digo a mi mujer que la quiero. Espero que ella no tenga los poderes del chamán

No hay comentarios:

Publicar un comentario