“El extremo de las cosas” es la quinta y última entrega de una serie de cinco novelas policíacas que ha ido publicando Siruela en los últimos años. Son historias protagonizadas por Efisio Marini, un médico y embalsamador italiano que vivió en la segunda mitad del siglo XIX. Este doctor elaboró un método personal de momificación que permitió dar una elasticidad y color naturales a los cadáveres. Pero debido a esas prácticas, no gozaba de buena fama entre el pueblo llano. Rescatar a este personaje real le ha servido a Giorgio Todde para exponer las contradicciones de una sociedad anclada en las viejas tradiciones, que acoge con recelo los avances en medicina y los nuevos métodos de investigación criminal conseguidos con el análisis de los cadáveres.
La historia arranca con un
encargo que le hacen a Efisio Marini para embalsamar el cadáver de la hija de
una rica familia de Sicilia, una costumbre generalizada entre las familias
pudientes de la época. En esas primeras páginas se nos muestra al doctor como un
personaje atormentado por las culpas, de carácter algo arisco y escéptico,
propenso a la melancolía y dotado de un humor negro que saca a pasear en los
momentos más dramáticos. Es un personaje con el que el lector tiene difícil
conectar, porque así suelen ser los personajes que se saben adelantados a su
tiempo: unos inadaptados, incómodos para el entorno, y que no dudan en hacer
valer su superioridad a la mínima ocasión.
A lo largo de las cinco novelas,
Efisio Marini sufre una evolución en su estado anímico como consecuencia de los
palos que la vida le ha ido arreando. Pero Giorgio
Todde no hace sangre de estos detalles ni los emplea como excusa para que
el lector sienta compasión del protagonista. Es simple información que el autor
dosifica en pequeños destellos para aliviar la tensión que va acumulándose con
el desarrollo de las tramas.
Porque si por algo destacan las
novelas de Giorgio Todde, y en
especial “El extremo de las cosas”, (sobre
todo por un hecho crucial que no voy a desvelar) es por la cantidad de
personajes y acontecimientos, y el ritmo trepidante con que van sucediéndose.
Esta novela de apenas 170 páginas se desarrolla en lugares tan dispares como
Sicilia, Austria o París; y describe un crimen o intento de asesinato cada 25
páginas… Y todo ello sin tener el menor indicio de prueba, salvo unas cartas manuscritas
y unos pinchazos diminutos que detecta el doctor Marini al realizar las
autopsias a los cadáveres. Para que todo esto pueda tener cabida en una
historia con tan pocas páginas, Giorgio
Todde utiliza un estilo muy directo, de frases cortas y plagado de diálogos
y elipsis.
Son tantas las novelas de género negro
que se escriben hoy día que uno, como lector, tiende a buscar y valorar aquello
que la hace diferente respecto de esa gran mayoría de historias que se ajustan
al canon de la novela negra: es decir, tramas sórdidas que destapan la corrupción del
hombre o de la sociedad y detectives desencantados, mostrados como antihéroes.
Eso ya está muy visto y leído. Lo que no lo es tanto, es el desarrollo de una
trama delirante, que por momentos roza la parodia y el empleo de un detective
basado en un personaje real.
Eso hace de esta serie de novelas
una lectura recomendable, al menos como curiosidad. Haberlas ambientado también
en la Italia profunda del XIX le da un cierto aire exótico, y a la vez nos
ilustra sobre los usos y costumbres de esa sociedad en general supersticiosa
que daba más valor a los remedios tradicionales que a los descubrimientos
farmacéuticos de la época. Algo por lo que el doctor Marini hubo de sufrir no
sólo el destierro de su Cagliari natal, sino la incomprensión del mundo
académico: no fue aceptado ni por unos, ni por otros.
Como nota informativa diré que existió
en España otro doctor, coetáneo de Efisio Marini, que también realizaba
momificaciones de seres humanos: el doctor Velasco, un reputado médico y
antropólogo que además fundó el Museo Nacional de Antropología. Sobre él, (aparte
de las leyendas que hablan del embalsamamiento y exhumación de los restos de su
propia hija), el escritor Vicente Muñoz
Puelles escribió una pequeña pero fantástica biografía en su libro: “El último deseo del jíbaro y otras
fantasmagorías”, que editó Valdemar. Desde aquí animo a Muñoz Puelles a escribir una novela con
el doctor Velasco como protagonista. No tengo dudas de que le saldría una gran
novela… O cinco.
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