lunes, 14 de marzo de 2016

Historia mínima de España


Este es un pequeño manual que resume en 270 páginas la huella de España en la historia desde las primeras civilizaciones prerromanas hasta nuestros días. Ha sido un trabajo de divulgación muy arduo pues ha tenido que sintetizar lo más importante de los acontecimientos y combinarlo con la aportación de datos de lo más exhaustivo. Y todo ello con un lenguaje asequible en el relato para hacerlo atractivo al lector, sin llegar a perder nunca la perspectiva de lo que Juan Pablo Fusi se ha propuesto con esta obra, que es tratar de explicar por qué hubo esta historia de España y no otra. Asume por tanto la tesis de Borges respecto a la concepción de la historia como un conjunto de senderos que se bifurcan infinitamente. Por eso Juan Pablo Fusi expone en el prólogo el propósito del libro en tres puntos fundamentales: a) que la historia de España muestra la complejidad y diversidad de la experiencia histórica española; b) que la historia española es un proceso abierto, con continuidad y cambio en el tiempo; y c) que la historia de España no estuvo nunca predeterminada, es decir no tenía por qué haber sido necesariamente la que fue.
Y por eso hace bien en traernos los puntos de vista de historiadores e hispanistas que han dado una visión de la historia de España, con sus matices y con las particularidades que dominaban en cada época. Menéndez Pelayo, Ortega y Gasset, Américo Castro, Unamuno, Raymond Carr, John Elliot… Historiadores que según Fusi han transitado por los distintos senderos de la historia de España.
En un tratado que hable sobre la historia de España, sobre todo si es corto como este, es importante no irse por las ramas y transmitir los mensajes con claridad, al menos en aquellos episodios trascendentales que marcaron un antes y un después en la historia de la nación. Voy a exponer a continuación algunas de estas sentencias.

“Sin Roma no habría habido España”. Seguidamente Juan Pablo Fusi desarrolla esta idea diciendo que Roma procedió a la estructuración del territorio en provincias, implantó un sistema de administración civil, impulsó la urbanización de la península y con todo ello creó una nueva sociedad en Hispania. Ésta acabó siendo la provincia más romanizada del imperio. Y ello tuvo reflejo en las importantes personalidades que dio al mundo romano: Séneca, Marcial, Pomponio Mela, Quintiliano y los emperadores Trajano, Adriano y Teodosio. Aporta Fusi un detalle que a mí me sirve para comprender simbólicamente la idiosincrasia española. Teodosio oficializó el cristianismo en Roma y prohibió todos los cultos paganos (391 D.C.) y generó un problema territorial al dividir el imperio entre sus dos hijos, creando los imperios romanos de oriente y occidente. Fe cristiana y tensión territorial interna, ¿hay acaso algo más español?
Otra sentencia: “España no nació en Covadonga en 722. España nació en todo caso entre los siglos XI y XIII”. En este punto coincide con Ortega y Gasset cuando en su obra “España invertebrada” asegura que España se construye durante la época medieval. Tampoco habla de reconquista como un objetivo en sí mismo, aunque esto es discutible.

Luego habla de la conquista de América. “Los conquistadores eran por lo general segundones e hidalgos de la pequeña nobleza rural y de familias pobres, actuaron movidos por deseos de riqueza, fama y honor. La conquista fue una épica de audacia, codicia y violencia.” Ello supuso la destrucción de las poblaciones y de las culturas indígenas precolombinas, una catástrofe de proporciones dramáticas, que obligó a la corona a introducir legislación protectora de los indios, que entre otros efectos fomentó el mestizaje, algo que por ejemplo no facilitó la colonización inglesa en norte América. Esto último lo digo yo.
Sigo transcribiendo sentencias. Respecto a la España Imperial, escribe: “La España Imperial fue probablemente la plenitud española en la historia. Todo cambió en la España de los Austria: el papel de España en el mundo, el estado, las formas de poder, el pensamiento político, la economía, el gusto artístico, la mentalidad…” Algo importante de esta época que destaca Fusi es que igual que el luteranismo en Alemania o el anglicanismo puritano en Inglaterra, la fe católica fue la religión nacional en España. También desmonta la visión plúmbea, negra, siniestra, agobiante que la leyenda negra de España levantó en el romanticismo sobre El Escorial. Para Fusi, El Escorial fue el edificio más formidable de su tiempo y es la gran obra y el símbolo por excelencia del dominio español.
Aunque no juzga la historia de los Austria, en alguna ocasión sí apunta errores concretos que a la larga provocaron grandes pérdidas para el Imperio, como los elevados gastos militares en la guerra contra Inglaterra o la mala política llevada en Flandes.

Al hablar de la historia de España se corre el riesgo de darle demasiada relevancia a determinado momento histórico. Es lo que a mi entender le ocurre cuando habla de las Cortes de Cádiz en 1812. Para Fusi supuso un hecho trascendental y hace un elogio muy entusiasta de ese acontecimiento. Sin embargo fue un hecho más bien simbólico. Pues en realidad no tuvo aplicación práctica, por mucho que los redactores de la Constitución tuvieran buena intención en las reformas: libertad de imprenta, abolición de la Inquisición, extinción de los señoríos, igualdad de derechos políticos de americanos y peninsulares, liberalización de la agricultura, la ganadería, la industria y el comercio, proclamación de la soberanía nacional, separación de poderes... Todo eso está muy bien, pero quienes la redactaron estaban aislados en Cádiz (esto no es metáfora, es literal), y mientras los españoles guerreaban contra el francés, en lo último que pensaban éstos era en aplicar esas reformas: pensaban en humillar al gabacho y en el regreso de Fernando VII. Es triste, pero la historia vino a confirmarlo después.

En general, esta ”Historia mínima de España”, está contada como una narración continua, muy amena y en constante evolución, y a uno le queda la sensación de que a veces por pequeños detalles la historia acabó siendo la que fue. Por eso nos previene sobre lo que nos depara el futuro: “La historia futura de España, refundada democráticamente desde 1975 será por definición imprevisible, a menudo inquietante y siempre problemática. En ningún sitio está escrito que la historia sea racional o justa.” Viendo lo que ha dado de sí la historia de España en los siglos XIX y XX, parece que no le falta razón. Esto se corrobora también en el balance que hace de la etapa del gobierno de Zapatero, al que critica sin contemplaciones por romper los consensos básicos de la Transición. Bien está que haya intelectuales que se atrevan a decirlo.
Y este es otro de los acontecimientos que Juan Pablo Fusi elogia de nuestra historia: tras la dictadura de Franco se creó un consenso histórico en el país, que a través de la reforma y no de la ruptura (tentación constante de la izquierda ultramontana), cristalizó en un régimen estable y plural: La Transición. Es sonrojante a estas alturas de la historia, con lo que se ha vivido (y muerto) en el siglo XX, tener que recordar que la convivencia supone aceptar al otro, que tiene tanta legitimidad y derecho como tú a existir y a participar en las decisiones de consenso, sin imposición de vetos, ni ideologías, por no sé qué supuesta superioridad moral. Esto que parece una lección básica de Barrio Sésamo, parece que hay que recordarlo cada día.

Más valdría leer y estudiar este libro a los futuros gobernantes. Deben culturizarse, al menos para que sepan en qué país viven, cuál ha sido su historia y qué futuro pueden echar a perder, si es que les queda algo de conciencia.