jueves, 12 de septiembre de 2013

Finalistas del X Premio Setenil 2013

Ya han sacudido el árbol del que colgaban los 62 libros que se presentaron al premio Setenil de este año. Y el jurado presidido por Juan Manuel de Prada ha recogido estos 10 títulos:

1.- “La tristeza de las tiendas de pelucas”, de Patxi Irurzun (Pamiela); 2.- “Aquí yacen dragones”, de Fernando León de Aranoa (Seix Barral); 3.- “Lazos de sangre”, de Lola López Mondéjar (Páginas de Espuma); 4.- “Interior azul”, de Anna R. Ximenos (Fondo de Cultura Económica); 5.- “Las batallas silenciosas”, de Juana Cortés Amunárriz (Baile del Sol); 6.- “Vae victis”, de Luis del Romero Sánchez-Cutillas (Tantin); 7.- “Vigilias efímeras”, de Sergio Coello (Atlantis); 8.- “La piel de los extraños”, de Ignacio Ferrando (Menoscuarto); 9.- “La soledad de los gregarios”, de Miguel Sánchez Robles (Diputación de Cáceres); 10.- “Polvo en los labios”, de Montero Glez (Lengua de Trapo)

Podría jugar a adivino, dejarme llevar por la intuición y apostar por tal (Juana Cortés), cual (Ignacio Ferrando) o pascual (Miguel Sánchez Robles)… Pero ¿para qué? No me he leído ninguno de los finalistas, tampoco tengo amigos o enemigos entre ellos, no soy nadie para dar una opinión con criterio y para colmo se me dan muy mal las quinielas, ya que sólo acierto cuando no cobran los de 11… Así que no merece la pena.

A finales de octubre se sabrá quién de estos finalistas se lleva los 10.000 euros del premio.

Suerte a todos. Ya sólo queda el último sprint…

lunes, 2 de septiembre de 2013

El extremo de las cosas



           “El extremo de las cosas” es la quinta y última entrega de una serie de cinco novelas policíacas que ha ido publicando Siruela en los últimos años. Son historias protagonizadas por Efisio Marini, un médico y embalsamador italiano que vivió en la segunda mitad del siglo XIX. Este doctor elaboró un método personal de momificación que permitió dar una elasticidad y color naturales a los cadáveres. Pero debido a esas prácticas, no gozaba de buena fama entre el pueblo llano. Rescatar a este personaje real le ha servido a Giorgio Todde para exponer las contradicciones de una sociedad anclada en las viejas tradiciones, que acoge con recelo los avances en medicina y los nuevos métodos de investigación criminal conseguidos con el análisis de los cadáveres.
La historia arranca con un encargo que le hacen a Efisio Marini para embalsamar el cadáver de la hija de una rica familia de Sicilia, una costumbre generalizada entre las familias pudientes de la época. En esas primeras páginas se nos muestra al doctor como un personaje atormentado por las culpas, de carácter algo arisco y escéptico, propenso a la melancolía y dotado de un humor negro que saca a pasear en los momentos más dramáticos. Es un personaje con el que el lector tiene difícil conectar, porque así suelen ser los personajes que se saben adelantados a su tiempo: unos inadaptados, incómodos para el entorno, y que no dudan en hacer valer su superioridad a la mínima ocasión.
A lo largo de las cinco novelas, Efisio Marini sufre una evolución en su estado anímico como consecuencia de los palos que la vida le ha ido arreando. Pero Giorgio Todde no hace sangre de estos detalles ni los emplea como excusa para que el lector sienta compasión del protagonista. Es simple información que el autor dosifica en pequeños destellos para aliviar la tensión que va acumulándose con el desarrollo de las tramas.
Porque si por algo destacan las novelas de Giorgio Todde, y en especial “El extremo de las cosas”, (sobre todo por un hecho crucial que no voy a desvelar) es por la cantidad de personajes y acontecimientos, y el ritmo trepidante con que van sucediéndose. Esta novela de apenas 170 páginas se desarrolla en lugares tan dispares como Sicilia, Austria o París; y describe un crimen o intento de asesinato cada 25 páginas… Y todo ello sin tener el menor indicio de prueba, salvo unas cartas manuscritas y unos pinchazos diminutos que detecta el doctor Marini al realizar las autopsias a los cadáveres. Para que todo esto pueda tener cabida en una historia con tan pocas páginas, Giorgio Todde utiliza un estilo muy directo, de frases cortas y plagado de diálogos y elipsis.
Son tantas las novelas de género negro que se escriben hoy día que uno, como lector, tiende a buscar y valorar aquello que la hace diferente respecto de esa gran mayoría de historias que se ajustan al canon de la novela negra: es decir,  tramas sórdidas que destapan la corrupción del hombre o de la sociedad y detectives desencantados, mostrados como antihéroes. Eso ya está muy visto y leído. Lo que no lo es tanto, es el desarrollo de una trama delirante, que por momentos roza la parodia y el empleo de un detective basado en un personaje real.
Eso hace de esta serie de novelas una lectura recomendable, al menos como curiosidad. Haberlas ambientado también en la Italia profunda del XIX le da un cierto aire exótico, y a la vez nos ilustra sobre los usos y costumbres de esa sociedad en general supersticiosa que daba más valor a los remedios tradicionales que a los descubrimientos farmacéuticos de la época. Algo por lo que el doctor Marini hubo de sufrir no sólo el destierro de su Cagliari natal, sino la incomprensión del mundo académico: no fue aceptado ni por unos, ni por otros.

Como nota informativa diré que existió en España otro doctor, coetáneo de Efisio Marini, que también realizaba momificaciones de seres humanos: el doctor Velasco, un reputado médico y antropólogo que además fundó el Museo Nacional de Antropología. Sobre él, (aparte de las leyendas que hablan del embalsamamiento y exhumación de los restos de su propia hija), el escritor Vicente Muñoz Puelles escribió una pequeña pero fantástica biografía en su libro: “El último deseo del jíbaro y otras fantasmagorías”, que editó Valdemar. Desde aquí animo a Muñoz Puelles a escribir una novela con el doctor Velasco como protagonista. No tengo dudas de que le saldría una gran novela… O cinco.