miércoles, 27 de octubre de 2010

Nancy Sinatra



Siguiendo con nuestro repaso a la década de los 60, volvemos al color con Nancy Sinatra y su "These Boots Are Made for Walking", canción de 1966 escrita por Lee Hazlewood. (Curioso personaje este Lee, que además era cantante de Country, Jazz, Pop y hasta Rock, y que introdujo en el mundo de la producción musical a Phil Spector, que luego se convertiría en todo un clásico en la historia de la canción, apadrinando a Tina Turner, Righteous Brothers, The Ronettes... Otro gran personaje). La colaboración entre Nancy y Lee se traduciría en 9 discos. Aquí la vemos derrochando sensualidad y sexualidad (¿senxualidad?) en una canción que se convirtió en símbolo de la emancipación de la mujer en los 60. Un video que encantará a los fetichistas.

jueves, 14 de octubre de 2010

Premio Domingo Santos, o cuando los sueños se convierten en realidad


El 11 de octubre asistí a la cena de gala que la Hispacón celebró este año en Burjassot. Admito que no soy un autor de género al uso (fantástico, terror o ciencia ficción), pero es cierto que nunca he dejado de escribir relatos con ese algo inquietante que los alejan del realismo puro y duro. Este año me atreví a participar en el certamen Domingo Santos con "El taxidermista de Bradomín" y para mi sorpresa fui seleccionado entre los 10 finalistas. Estar tan cerca de ganar un certamen que ya reconoció en años anteriores el trabajo de Félix J. Palma (uno de los mejores escritores no sólo de ciencia ficción, sino en general. Rectifico, no es realmente de ciencia ficción... ¿terror sugerente, surrealismo fantástico? No sabría calificarlo, pero lo borda.), era para mí un motivo de orgullo. Pero hay veces que los sueños llegan a cumplirse y eso fue lo que ocurrió cuando J. E. Álamo, presidente del jurado de este año, pronunció mi nombre como ganador del concurso.
No tengo más que agradecer la generosidad que han tenido conmigo, y extender mi felicitación a los demás finalistas. Los que participamos a menudo en certámenes literarios sabemos lo difícil que es llegar a las rondas finales, por lo que es seguro que los suyos son muy buenos trabajos.
Respecto a la idea que dio origen al relato, vino a la hora de imaginar qué hubiera ocurrido si Valle-Inclán hubiese decidido implantarse el brazo de un muerto. (Valle-Inclán perdió su brazo izquierdo en un duelo de honor con un amigo). Celebro que al jurado le haya gustado y espero que a los lectores les guste también... si es que llega a publicarse.


En la foto aparezco junto a Joe Álamo sosteniendo entre los dos el diploma.
Gracias, Joe, por todo... Respecto al mensaje cifrado en el código de barras, aún no sé lo que pone. Espero llegar a saberlo algún día.

domingo, 3 de octubre de 2010

El escritor y los suyos


Con esta obra, escrita 6 años después de recibir el premio Nobel de literatura, V. S. Naipaul toma distancia con el hecho de escribir y reflexiona sobre el proceso de la creación literaria. Es decir, nos habla de las diferentes formas de mirar que condicionan nuestro pulso a la hora de escribir, y que siempre serán deudoras de la cultura a la que pertenezca el autor. Recordemos que V. S. Naipaul se crió en la isla caribeña de Trinidad (isla racialmente muy dividida), procedente de una familia de la India colonial, y que se formó intelectualmente en Londres. Por tanto, haber conocido tres civilizaciones tan distintas creo que le da legitimidad para tratar el asunto con perspectiva y con una gran clarividencia.
A través de estas páginas Naipaul nos lleva a hacer un recorrido por su vida literaria desde sus inicios, cuando recuerda las narraciones orales que escuchaba en casa de su abuela en la isla de Trinidad. Es en aquellos años cuando escribe sus primeros textos y conoce de la existencia del poeta Derek Walcott a través de las publicaciones culturales caribeñas. Pero hasta que no llegó a Londres y tras pasar por la universidad, no escribió su primer libro en el que estaban presentes las experiencias de su infancia. Es decir tuvo que alejarse, o retroceder dos o tres pasos (en palabras propias), para mirar con perspectiva y tener una visión más amplia del escenario. Ya entonces era consciente de que había varias maneras de mirar. En este sentido es interesante una reflexión que aparece en la página 33:
“La escritura ha de adecuarse. Hay ciertas maneras de escribir sobre ciertos escenarios, sobre ciertas culturas y esas maneras no son intercambiables: no se puede escribir sobre la vida tribal de Nigeria igual que sobre la región central de Inglaterra.”
Esto le sirve a Naipaul para lanzar una crítica muy severa contra las escuelas de escritura en general, a las que considera como un elemento que distorsiona la forma de mirar. Los alumnos se ven forzados a escribir de una manera determinada, que a lo mejor es útil para un tipo muy concreto de lector, pero que en general empobrece la mirada amplia que debe tener un escritor para aprehender el mundo y contarlo después. Naipaul es un viajero incansable e igual que Vargas Llosa reconoce un gran mérito en la novela de Flauvert “Madame Bovary”, por saber captar los matices propios de una cultura y una época, la de la Francia del siglo XIX. Sin embargo abomina de otra de las novelas de Flauvert, “Salambó”, a la que Vargas Llosa califica, en cambio, como la mejor novela histórica de todos los tiempos. Naipaul no está en absoluto de acuerdo. Flauvert, empeñado en demostrar que se ha documentado sobre la época (de hecho, confesó haber leído 200 libros sobre las guerras púnicas entre Cartago y Roma), pretende llenar los espacios que las crónicas históricas no muestran con multitud de detalles y descripciones farragosas, que logran desviar el hilo de la narración y hacer difícil su lectura. Ese es el gran error que a juicio de Naipaul comete Flauvert con esta novela.
Pero la manera de mirar de la India es a la que Naipaul dedica la mayor parte del libro. En líneas generales da la impresión de que los escritores indios sólo saben de sus familias y sus lugares de trabajo. Es la manera india de vivir y en consecuencia la manera india de ver. La India no tiene medios para juzgar, tampoco hay debate sobre la sustancia de un libro o su calidad literaria o el punto de vista del escritor. Esta forma de ver la contrapone con la escritura rusa del siglo XIX: Dostoievski, Turguenev o Gogol vivieron algún tiempo fuera de su Rusia natal pero escribieron en ruso para los lectores rusos. Y esto creó una idea del carácter y el alma rusos. Algo de lo que a juicio de Naipaul carece la escritura india.
Para ilustrar esta observación, el autor dedica casi la mitad del libro a contar la biografía de Gandhi. Se aleja del ensayo literario y se mete de lleno en el análisis histórico. En esta parte del libro Naipaul no sólo anota los hechos más significativos de la vida de Gandhi (su salida de la India, su traslado a Londres para estudiar derecho, su viaje a Sudáfrica donde conocerá la dureza del régimen de segregación racial), sino que analiza el legado que ha dejado en la cultura india y en la forma de ser de sus compatriotas. Un análisis del que se desprende un poso de desencanto por la oportunidad perdida, debido quizá a una estructura social de la India, muy apegada culturalmente a un férreo sistema de castas.
En definitiva, a medio camino de la reflexión y del libro de memorias, El escritor y los suyos constituye un testamento sobre la manera de entender la literatura de un escritor con una gran sensibilidad y una mente privilegiada. Léanlo y entenderán mejor
su obra.